
Os cuento la historia: apareció una noche lluviosa y fría en el garaja de casa de mis padres, la cogieron, le dieron de comer y me llamaron para decírmelo...y yo piqué. Héctor quería tener otro hijo para que Ciro no estuviera solito, pero no pensábamos que fuera tan pronto, así que, digamos que MArtina nos adoptó a nosotros.
La recogí, la bañé, la llevé al veterinario, le compré comidita buena y, a casa con el hermano.
En cuanto Ciro la vió se enamoró perdidamente de ella, ahora son inseparables y realmente pastosos y pesados (sobre todo a las 6 de la mañana cuando les da por "la hora warner") EN fin, es un amorcete gatuno y estamos muy contentitos con ella aunque aún nos huya y le demos miedo. Ya se acostumbrará a nosotros, seguro y va a ser más buena............
